Históricamente los talleres literarios fueron motivo de discusiones acerca de su finalidad y resultados, sin embargo, siguen siendo un espacio de formación y experimentación para nuevos autores. Reflexionamos sobre estas cuestiones y entrevistamos a algunos talleristas, para seguir conociendo nuevas perspectivas sobre la escritura y su praxis.

por Nadia Sol Caramella 



¿Se puede enseñar a escribir literatura? 795.000 publicaciones, entre ellas: la creación de la carrera de Escritura Creativa en la UNA, una maestría en la UNTREF y varios programas de seminarios en la carrera de Letras (UBA), tendrían, según el buscador de Google, la respuesta. Es evidente que mucho se ha hablado sobre el tema. Aún así, la escritura creativa es una disciplina relativamente nueva, que viene pisando fuerte en el mundo académico extranjero. Y que hoy en día nos permite volver sobre los pasos de la propia escritura e identificar nuevas técnicas de aprendizaje y enseñanza. Es un hecho, existen métodos, pautas, técnicas y lecturas que nos acercan al aprendizaje de la escritura como práctica artística y estética. 

Entonces pareciera que esta nueva tendencia resolvería la pregunta que dio lugar a mi búsqueda: ¿se puede enseñar a escribir literatura? en principio, se pueden enseñar técnicas creativas para abordar la escritura, el resto se trata de crear los espacios, un cuarto propio como escribió Woolf, vencer el miedo a la pagina en blanco y escribir. Algo que en apariencia resultaría muy sencillo, pero no lo es. Muchas veces el impacto de la hoja en blanco nos deja rápidamente sin palabras.

Si bien la escritura es una tecnología que se aprende con la socialización y muchas culturas actualmente son letradas, no todas lo fueron históricamente. Paul Preciado sostiene que la escritura es una tecnología que puede servir a la creación de la libertad, y según esta mirada, la escritura puede generar nuevos discursos que corroan la lógica de lo hegemónico. Cabe señalar que la escritura literaria históricamente abrió paso a nuevos pensamientos y sobre todo a nuevas lecturas. Una vez escuché decir que las buenas ideas muchas veces surgen de las malas lecturas de los autores que nos gustan. Recapitulando: se puede enseñar a escribir. Cómo toda técnica o tecnología requiere de ciertos aprendizajes ligados al uso, al oficio. Como todo oficio también está íntimamente ligado a la vida cotidiana, toda la escritura se ve atravesada por la intimidad en mayor o menor medida, la existencia va tomando nuevas formas y tópicos que la escritura decanta estéticamente. 

Para escribir hace falta tener un lugar donde hacerlo en sentido material y conceptual, un espacio para desarrollarse como escritora o escritor. Esos espacios muchas veces surgen por autodeterminación, quizá escribiendo un diario, del dialogo con pares, yendo a lecturas y todas las variantes posibles que nos acerquen a la escritura. Escribir es una tarea solitaria que se completa en la presencia de un otro lector. Y es así que, de la necesidad de otras miradas y lecturas, surgen espacios como los talleres literarios, donde los asistentes llegan dispuestos a la praxis literaria, a escuchar a otros y generar nuevas obras para poner en circulación. 

Existen múltiples formas de abarcar un taller, tantas como coordinadores y autores se pongan esa tarea al hombro. Para los que nos animamos a esa tarea, requiere de mucho trabajo con la propia escritura, para detectar procedimientos. Tanto las obras consagradas como las obras que traen los asistentes a los talleres también requieren del desarrollo de múltiples técnicas de lectura. Por un lado, una lectura creativa que sea capaz de identificar recursos y tópicos de autores reconocidos para poder aplicarlo a las escrituras noveles y, por el otro, una lectura crítica que sirva para corregir y editar los textos, y poder afinar tanto la autocorreción como la corrección. Lo interesante del trabajo grupal es que todos se ven beneficiados, porque se van mejorando estos procedimientos en la práctica.

Los talleres literarios, por lo general, surgen en marcos ajenos a lo académico, dando lugar a formaciones alternativas, abriendo paso a nuevas poéticas y ficciones, que en los talleres encuentran lugar para la experimentación y el desarrollo, surgen así antologías, ediciones colectivas, editoriales, ciclos y otras tantas formas de divulgación literaria. Si bien la escritura es una técnica que se aprende, el talento queda por fuera de lo transmisible. A los mortales nos queda ser pacientes pero con la inquietud del aprendiz y sentarnos a escribir, y a escribir, tratando de vencer el abismo de la hoja en blanco, porque como dice Paul Auster: "Los escritores somos seres heridos. Por eso creamos otra realidad". En otras palabras, la escritura es una sentencia de vida, una necesidad que puede ser compartida. 


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Le preguntamos a distintos autores, que también son talleristas, algunas de estas cuestiones para seguir indagando sobre la praxis literaria:

¿Cómo vences el miedo a la hoja en blanco?

en mi caso, siempre con música, es lo que me funciona, busco música que me represente anímica y rítmicamente en ese momento y después la música me lleva. (Juan Diego Incardona)

¿Cómo creas tus personajes?

En general, trabajo con uno o dos personajes como narradores, cada uno de ellos es un punto de vista, un tono, una voz, una forma de construir las oraciones, las figuras tonales. Pero, empiezo con el punto de vista, qué mira del mundo y cómo lo ve, cómo se lo representa. (Gabriela Cabezon Cámara)


¿Cómo sabes cuando un primer verso funciona?


Cuando escribo el primer verso funciona si es como un impulso o una música que guía lo demás, es decir, si el poema sigue, eso es un primer verso, luego puede cambiar en una segunda escritura, pero el primer verso funciona si trae consigo el poema, aunque a veces un poema empieza un día y termina otro día. la escritura se va armando. (Natalia Romero)


¿Qué significa hacer escritura de la intimidad?

No se trata de un género, sino una predisposición a utilizar las propias experiencias como propedéutica de una escritura, encontrar el propio modo de mirar y de editar la realidad. No importa la intimidad, no importa si el material es real o no al final, es más un método en  realidad, un método de autodescubrimiento. (Malén Denis)


¿Para qué crees que sirven los talleres literarios?

Para acelerar procesos de descubrimiento lector, que de manera autodidacta se hace más complejo. Para formar hermanos, camaradas, para tomar con ellos, nada más. (Cristobal Gaete)




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Para agendar: 
Talleres que comienzan en Agosto y septiembre

Taller de Escritura, de Gabriela Cabezón Camara

Mi taller es un living con sillones y ventana a cielo abierto e hiperurbano. Trabajo en la búsqueda de la singularidad, esa pequeña modulación de la lengua de todos que hace de un texto algo único y vivo. Cada uno trae su texto y entre todos buscamos eso, la voz propia. En esa exploración, que es también una construcción, vamos encontrando las fortalezas del autor y las usamos de escalones para ir conquistando las zonas débiles. Digo escalones porque siempre lo difícil parece estar más alto si pensamos en términos de escaleras. Pongo especial énfasis en la materialidad de la literatura: las palabras, que son sonido. Cada texto tiene una música y eso es tan importante como su trama. Es su trama también.

La imaginación de lo común, de Juan Diego Incardona

La imaginación de lo común es un taller interdisciplinario de técnica y creatividad, donde se discuten conceptos en relación a la narrativa, tanto clásica como contemporánea. El programa no sólo es un ordenamiento didáctico, sino también un relato. Su trama, de enseñanza y aprendizaje, está compuesta de episodios que complican o resuelven: argumentos, estilos, géneros. Como complemento, se incluyen textos de la literatura, las artes y el cine, que sirven como ejemplos previos a las consignas de escritura que deben realizar los talleristas. 

El otro lado de las cosas, de Natalia Romero

Un espacio para la búsqueda de lo propio a través de la escritura. Escribimos porque estamos buscando algo, aunque no sepamos bien de qué se trata. Es entrenar la mirada, encontrar, como dice Diana Bellessi, ese otro lado de las cosas. 

Escritura e intimidad, de Malén Denis

Mediante el trabajo y la reflexión sobre registros autobiográficos buscamos encontrar la voz de cada autor, partiendo de la noción de que la escritura es una tensión entre dos polos en apariencia opuestos: la digresión absoluta y el control total. En cada encuentro tratamos un subgénero de la no ficción con ejercicios tanto en clase como para traer de una clase a la siguiente y pensar entre todos qué cosas hacen a la voz de cada autor, qué decisiones refuerzan y cuáles debilitan la vibración particular de un texto. La pregunta que siempre nos rondará y que posiblemente nunca sea contestada es cómo se hace ese pasaje tan mágico de lo particularísimo a lo universal.

Acaecer, Taller literario personalizado de escritura, de Juan Manuel Corbera
contacto: merodeoediciones@gmail.com 

Acaecer significa suceder, ocurrir, hacerse realidad, de eso se trata este taller, de hacer que la escritura suceda, atendiendo, de manera personalizada, la propia voz de cada autor.

Disidenxias, Taller de escritura y lectura creativa de poéticas y ficciones feministas, de Nadia Sol Caramella.

La escritura es una tecnología que se aprende, de eso se trata el taller. Con una orientación fundamentalmente práctica y crítica. Los encuentros se apoyan en dinámicas grupales, lecturas, experimentación y reflexiones sobre los puntos angulares de la lectura creativa y la escritura de poéticas y ficciones feministas. Como sostiene Preciado, la escritura es una tecnología de la subjetividad y es posible, mediante su uso, generar nuevos sentidos por fuera de los contextos normativos, dando lugar a discursos que disputen los relatos hegemónicos. 

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